jueves, 2 de julio de 2009

Avenida del gato




Mirar como miran los gatos

José Roberto Pulido Tinoco
Una de las cosas que más suelen mortificarme es tomar a un gato, sostenerle el rostro y quedarme largo rato mirándolo a los ojos, abismándome cada vez más y más hasta quedar embelesado frente a la enigmática mirada del animal.
¿Qué esconde el gato detrás de su mirada?¿Cómo ve el mundo?
Las investigaciones científicas aseguran que un gato ve la realidad deformada, como si entrara uno a la casa de los espejos.
A pesar de eso no lo entiendo bien, porque entonces ¿Qué es lo que realmente mira el gato cuando mira el mundo? no lo sé, pero Lorna Crozier sí que lo sabe o por lo menos lo intuye, ha pasado gran parte de su vida escudriñando el mundo bajo su óptica gatuna, para ella mirar el mundo es automáticamente nombrarlo, merodear como el felino por todo el territorio, silencioso, meditabundo, poniendo atención en los pequeños detalles, luego, busca la presa y con todo sigilo se lanza sobre ella dejando la marca de sus garras y colmillos.
Algo similar pasa con La perspectiva del gato, nos vemos afectados desde el inicio por su lenguaje incisivo e irónico, por el tratamiento elegante de la poesía, muchas veces terrenal y otras al borde de la metafísica más absoluta.
Este libro pone de manifiesto el talento que rodea la obra de Crozier, parece como si todo el tiempo alguien le dictara la palabra precisa al oído, su poética es transparente, un gran lago estático y sereno en la superficie, (donde se puede admirar el amor que la autora siente por la palabra), pero con un cauce interno que desemboca en algún punto donde se conjuga el pasado con el presente. Ella como tantos otros busca la palabra primigenia, se siente deudora de una tradición ancestral, aquella en la que los poetas eran los sacerdotes y la única manera en que la naturaleza escuchaba era a través de la poesía.
No se mal entienda el estático y sereno, es un libro ágil, ágil en todos los sentidos, fluye de un lado a otro continuamente, hay poemas llenos de erotismo donde se puede percibir la respiración del cuerpo, existe una violencia sexual igual a la del gato, por momentos recuerda a Leonor Kandell, otras veces a Les Muray, Kinell, Withman o Vallejo.
Dice Pound que para que un poema sea realmente bueno debe tener tres características principales:
Tratar la “cosa” directamente, ya fuese subjetiva u objetiva.
Prescindir de toda palabra que no contribuyera a la presentación
En cuanto al ritmo: componer (escribir) siguiendo una secuencia análoga a la de la frase musical, y no en una secuencia de metrónomo.

Estos tres puntos pueden sonar absurdos hoy en día, sin embargo algunos poetas parecen no tomarlos en cuenta. Lorna Crozier por el contrario, no parece olvidarlos nunca, sus metáforas son precisas, no hay poema al que sobre o falte cosa alguna, dicen precisamente aquello que deben decir y en cuanto al ritmo, no deja nunca ser musical, como afirma Carmen Leñero, “La suya es una música del cuerpo, atemperada en los huesos, encarnada en desplazamientos concretos” su música se extiende y distiende continuamente, es una música visceral que se encarna en la necesidad de buscar un origen: el suyo, el de la humanidad, el de la palabra.
En la perspectiva del gato existe todo un universo poético propio a la autora, Canadá, la nieve, el frío, pero ese universo exterior es precisamente el que nos sirve para adentrarnos en el interior: en la pasión, el amor, el dolor, la pérdida, la ausencia, las ganas de conocer, habitar y permanecer en la palabra escrita.
No existe el miedo a decir lo ya dicho o hablar de los grandes temas de la literatura, la poética de Lorna Crozier es una poética que se renueva de forma continua, que hecha mano de lo cotidiano para ahondar en las profundidades del espíritu. Por ejemplo en inventando al halcón o en el niño que camina para atrás o la noche en que me concibieron.
Otras veces su Númen como ya se ha dicho es meramente metafísico, habla de cosas profundas de manera profunda, como en Lección de perspectiva, Enamorarse, soledad, apócrifo de luz.
Las seis partes que componen el libro, son una suerte de esferas a la manera de Dante, pareciera como si se tratara de una escalera al cielo, conforme va transcurriendo la lectura, uno se siente en ascenso, el espíritu se separa del cuerpo y de momento muchas verdades nos son concedidas por la autora.
La perspectiva del gato es un salón de espejos encontrados, existe una realidad que se multiplica infinitamente hasta que la dejamos de percibir, pero sabemos que existe y actúa dentro de nosotros. Nunca sabemos en que momento precisamente nos dejamos seducir para siempre por la mirada del gato.
No podemos decir entonces que los gatos deformen la realidad cuando la miran, tal vez el hombre es quien mira de forma equivocada, pero no Lorna Crozier, ella es desde ahora y para siempre es un gato, un gato que como diría Withman, irrumpe con su alarido por los tejados del mundo.

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